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domingo, 24 de noviembre de 2013

DEMANDAS MÁS FRECUENTES QUE PROMUEVEN LAS COMUNIDADES DE MONTES ANTE LOS TRIBUNALES DEL ORDEN JURISDICCIONAL CIVIL (SEGUNDA PARTE)



El presente artículo es continuación del fechado en este Blog el 17 de noviembre de 2013, en el que trataré de explicar dos tipos de demandas cuya presentación está muy en boga en la actualidad.

1ª.- Demanda declarativa de Dominio sobre porciones de montes vecinales ocupadas, con anterioridad a su clasificación, con instalaciones públicas de diversa índole.

En los casos en que el monte vecinal en mano común se halla ocupado por una edificación destinada a un fin o servicio público, lo procedente no es ejercitar una acción reivindicatoria, solicitando la condena de la Administración ocupante a dejar libre el terreno ocupado con la edificación o instalación de carácter público, sino que considero como más procedente en estos casos ejercitar más bien una acción exclusivamente declarativa de dominio, solicitando en el suplico de la demanda que se declare que el terreno ocupado por la Administración demanda pertenece a la Comunidad de montes demandante, como parte integrante de su monte vecinal aprovechado desde tiempo inmemorial por el común de vecinos que conforman tal comunidad, complementando tal petición con la correspondiente solicitud de cancelación de la inscripción registral practicada a nombre de la Administración ocupante, tal y como viene permitiendo nuestra Jurisprudencia.

En este sentido, la STS de 5-12-1983, dispone que:

            <<La acción declarativa de dominio, sin menoscabo de su esencial naturaleza, es conciliable con alguna medida de ejecución que no le haga perder su finalidad primordialmente declarativa, aunque nunca podrá traducirse en la reintegración posesoria dentro del mismo proceso –SS de 3-5-1944 y 11-6-1976, por lo que nada se opone a conceptuar como tal la esgrimida, , no obstante la posesión de la cosa por el adversario, si no se pretende la recuperación en la misma litis –S. de 9-12-1961 (RJ 1961/5158), y desde luego es clara su compatibilidad con los pronunciamientos disponiendo la cancelación del asiento que ampara al demandado –S. de 31-10-1963>>.

Pero es más, la posibilidad de efectuar un pronunciamiento declarativo del dominio de un terreno, sin expresa condena a dejarlo libre y expedito, aún cuando el mismo esté ocupado por el demandado, máxime cuando éste goza de un derecho de retención (al haber construid de buena fe sobre el suela ajeno), viene reconocido desde antiguo por nuestra Jurisprudencia, así:

            .- Sentencia del Tribunal Supremo de 24-03-1992: <<La acción declarativa de dominio, al igual que la reivindicatoria, se destina a la protección del derecho de propiedad, tratando de obtener una mera declaración o constatación de la propiedad que no exige que el demandado sea poseedor y le basta con la declaración de que el actor es propietario de la cosa (SS. 21-2-1941 y 3-5-1944); no se trata de recuperar la posesión (SS 22-10-1968 y 12-6-1976); y aunque se exime al actor de la prueba de la posesión por parte del demandado, éste puede tener un derecho para retener la cosa en su poder frente al reivindicante o demandante de declaración del dominio (según se deduce de Sentencias, como las de 3-6-1955, 31-101963 y 3-12-1977)>>.

            .- Sentencia del Tribunal Supremo 23-1-1992: <<La acción declarativa o de constatación, no exige que el demandado esté en la posesión de la finca aunque no la imposibilita si se da esta situación. Tiene por finalidad obtener declaración judicial de reconocimiento del título dominical sobre el bien frente al que se discute o arroga>>.

.- Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia de 2-3-2006, que confirmó la sentencia de la Audiencia Provincial de Pontevedra (Sección 3ª) de 16-06-2005:

<<Sin perjuicio de las consideraciones procesales que se harán en el fundamento quinto, para la correcta resolución de la cuestión sometida a debate hemos de centrarla en los términos en que ha quedado definida de acuerdo con la sentencia dictada por la Audiencia Provincial y que es objeto de recurso. En síntesis, la referida sentencia, tras declarar probado, como la dictada en primera instancia, que las porciones de tierra forman parte del monte vecinal de la comunidad actora, acepta sólo parcialmente la acción reivindicatoria ejercitada sobre los terrenos en cuanto los declara propiedad de la comunidad (la acción declarativa está embebida en la reivindicatoria) pero no accede a la restitución de aquellos, finca registral inscrita en el Registro de la Propiedad de Redondela al tomo NUM000, libro NUM001, folio NUM002, número NUM003, sobre los que se ha construido de buena fe una nave industrial, de modo que el actor, ahora recurrente, debe acudir a un nuevo procedimiento para ejercitar, conforme al artículo 361 del Código Civil (LEG 1889, 27), el derecho potestativo que este precepto le confiere.>>

Pues bien, el motivo por virtud del cual considero que, en este tipo de supuestos, debe ejercitarse una acción declarativa de dominio y no de condena a la restitución posesoria, radica en el destino del terreno ocupado a la prestación de un servicio o fin público, destino que sólo puede ejercer una Administración pública, nunca un particular.

Por otra parte, debe tenerse en cuenta que el incumplimiento del requisito sustancial del pago del justo precio por parte de la Administración pública demandada ocupante del monte vecinal constituye una vía de hecho, que acarrea la ilegitimidad de la ocupación del terreno de titularidad privada por dicha Administración y que, en supuestos de ocupaciones para la prestación de un servicio público inexcusable (aeropuertos, cuarteles militares …), obliga a la Administración ocupante a incoar el correspondiente expediente expropiatorio, abonando al propietario, ilegítimamente privado de su terreno, el correspondiente justiprecio.

Así las cosas, si la pretensión declarativa de dominio formulada en la demanda es estimada finalmente por sentencia firme, la Comunidad demandante deberá solicitar a la Administración pública demandada, si de oficio no resuelve tal organismo directamente, que cese en la ocupación ilegítima del terreno litigioso, debiendo tal Administración incoar el oportuno expediente expropiatorio frente a la Comunidad de montes propietaria, a fin de obtener la debida disponibilidad de la titularidad dominical de tales los terrenos ocupados.

De todas formas, la regularización de la ilegítima ocupación del terreno litigioso por la Administración pública demandada, también puede llevarse a cabo, sin necesidad de expropiación, mediante el otorgamiento de una cesión de uso de dicho terreno por parte de la CMVMC propietaria que, de conformidad con el artículo 5 de la Ley 13/1989, se puede otorgar a favor de Administraciones públicas por tiempo indefinido, mientras mantenga el fin.

Finalmente, sólo resta destacar que el éxito de este tipo de demandas no es una ficción o simple ilusión, sino que la abogada que suscribe este artículo ha conseguido –por citar dos supuestos que tuvieron gran difusión en los medios de comunicación- la estimación de la demanda presentada frente al Ayuntamiento de Vigo, en la que se reclamaba la titularidad vecinal de diversas porciones del monte vecinal “A Madroa”, sitas en la parroquia de Teis (Vigo), entre ellas la ocupada por las instalaciones del Zoo del Ayuntamiento de Vigo, que culminó con la sentencia de 19-5-2009 del Tribunal Superior de Justicia de Galicia, en cuanto estimó el Recurso de Casación Civil interpuesto por la Comunidad de montes demandante y declaró a favor de la misma el dominio de las parcelas del monte A Madroa objeto de demanda. Asimismo, he conseguido igualmente la estimación de la demanda presentada frente al Ministerio de Fomento y AENA, en la que se reclamaba la titularidad vecinal de la porción del monte vecinal “Cotogrande” sita en la parroquia de Cabral (Vigo), ocupada con parte de las instalaciones del Aeropuerto de Peinador, que culminó con Sentencia de la Audiencia Provincial de Pontevedra de 5-10-2012, que devino firme al haber desistido el Ministerio de Fomento y AENA de sus respectivos recursos de casación interpuestos ante el Tribunal Superior de Justicia de Galicia, al haber llegado la parte demandanda a un acuerdo con la Comunidad demandante en cuanto a la fijación del importe del justiprecio expropiatorio.


2ª.- Demanda negatoria de servidumbre de paso de energía eléctrica en relación a las líneas de tensión instaladas con anterioridad a la clasificación del monte vecinal.

Como ya expliqué en la PRIMERA PARTE de este artículo de fecha 17 de noviembre de 2013, con la entrada en vigor de la Ley 7/2012, de 28 de junio, de Montes de Galicia, que establece una faja de 5 metros de gestión de la biomasa en relación a las líneas eléctricas, con la correspondiente necesidad de corta de madera en esa faja, a mayores de la zona ya afectada por la propia servidumbre de paso de energía eléctrica, se han intensificado las peticiones de las comunidades de montes para presentar demandas negatorias de servidumbre de paso de energía eléctrica, en relación a las distintas líneas construidas con anterioridad a la clasificación de los respectivos montes vecinales.

            Ahora bien, este tipo de procedimiento no es nuevo para mí, pues uno de los primeros pleitos de montes cuya llevanza se me encomendó, fue la presentación de una demanda de este tipo contra una importante empresa eléctrica en defensa de una comunidad de montes del Ayuntamiento de Mos (Pontevedra). Se trataba de una línea eléctrica construida con anterioridad a la clasificación del monte vecinal, cuando el mismo se hallaba bajo la tutela del Ayuntamiento respectivo. Mi defensa de la Comunidad demandante se fundamentaba en que el monte vecinal en mano común del que aquélla era titular es imprescriptible por imperativo legal, lo que impedía la adquisición de un derecho de servidumbre por prescripción de 20 años por parte de la empresa eléctrica demandada y, por consecuencia, correspondía a ésta probar la constitución del gravamen que pretendía ostentar (servidumbre de paso de energía eléctrica), ya que la propiedad se presume libre de cargas. Se rechazaba igualmente que la demandada poseyera título alguno, bien fuera voluntario, bien fuera forzoso, que amparase su pretendido derecho real y, concretamente, en referencia a este último, si bien era cierto que por la Administración competente se había declarado la utilidad pública y aprobado el proyecto de ejecución de ejecución de la línea eléctrica litigiosa en 1976, no era menos cierto que no se había levantado acta previa de ocupación, ni se había hecho el preceptivo depósito previo, ni se había tramitado el correspondiente expediente de justiprecio.

Por tal motivo, entendía la comunidad demandante que, en todo caso, el paso del tiempo no puede conllevar la adquisición del derecho de servidumbre dada la imprescriptibilidad legal de los montes vecinales y, por otro lado, que la jurisprudencia exige la existencia de convenio expreso para la constitución de las servidumbres, por lo que siendo el anterior gestor del monte vecinal una Corporación Local, y dado que la formación de su voluntad está sujeta a un procedimiento reglado, debería, de existir contrato, constar por escrito y figurar en los archivos municipales, lo que no constaba en autos y si, en el otro supuesto, se hubiese pagado el justiprecio en forma distinta a la legalmente establecida, debería constar el correspondiente acuerdo municipal, lo que igualmente no constaba en autos.

Pues bien, tal argumentación resultó rechazada por el TSJG en su sentencia de 8/4/2003, por cuanto:

<<Partiendo del hecho probado, que es pacífico en la contienda, de que tras la correspondiente información pública previa (en el BOP de fecha 14-9-1974 y Faro de Vigo de 2-8-1974), se autorizó administrativamente la instalación de la línea eléctrica litigiosa, se declaró su utilidad pública y se aprobó el proyecto de ejecución con fecha 14-9-1976 (fundamento derecho tercero de la sentencia recurrida), es preciso concluir que la demandada ostenta título jurídico que ampara su derecho.

Los montes en mano común, como propiedad privada que son, está sujetos a la expropiación forzosa por causa de utilidad pública o interés social como todo bien privado, sin que la normativa jurídica protectora de los mismos, que se cita aquí como infringida, los excluya del ámbito de aplicación de aquélla sino que expresamente lo prevé (art. 6.1  LMVMCG ), por lo que, constando la existencia de un procedimiento expropiatorio donde se autorizó la instalación de la línea eléctrica, con declaración de utilidad pública y aprobación del proyecto, y constando también la efectiva ocupación de terrenos con la complacencia de quien era titular del monte según la normativa vigente en el momento en que la expropiación se produce, no cabe sino afirmar que la demandada tiene un título jurídico que legitima su derecho e impide que prospere la acción negatoria de servidumbre ejercitada, al quedar desvirtuada convenientemente la presunción de que la propiedad en principio se halla libre de cargas por haberse probado lo contrario.

Cosa distinta es si se ha pagado o no el justiprecio de la expropiación legalmente acordada, lo que no se establece en la sentencia, por lo que la actora, si es que ostenta legitimación a tal fin, podrá, si lo desea, reclamarlo en la vía judicial correspondiente, pero ello no impide que la acción ejercitada, y con ella el recurso aquí interpuesto, tengan necesariamente que decaer.>>.


Por tanto, de esta sentencia se deben extraer dos grandes consecuencias:

1ª.- Si la línea eléctrica litigiosa fue autorizada administrativamente, con la correspondiente declaración de utilidad pública de la misma, se entiende que la empresa titular de dicha línea cuenta con un título jurídico que le legitima su derecho.

2ª.- Si la empresa eléctrica no acredita haber pagado el justiprecio de la expropiación legalmente acordada, la Comunidad de montes titular del monte vecinal gravado con dicha servidumbre puede reclamarlo en la vía administrativa y contencioso-administrativa.

De hecho, la Comunidad de montes demandante en el anterior proceso descrito, procedió a la reclamación de la incoación del expediente del justiprecio de la expropiación en su día acordada, lo que le fue reconocido por sentencia de la Sección 3ª de la Sala de lo Contencioso-administrativo del TSJG de 22/03/2007, en cuanto dispone:

<<SEPTIMO.- En el presente caso en atención a los hechos que quedan acreditados en el proceso se concluye que en relación a la finca nº 32 no existió acuerdo alguno entre la empresa beneficiaria y quien al tiempo de la expropiación era titular del bien (el Ayuntamiento de Mos) ni consta se hubieren abonado las cantidades correspondientes al justiprecio de la misma supuestamente acordadas y si en demanda se apeló a formas de compensación no dinerarias: realización de obras en beneficio del monte o de los vecinos o de la corporación municipal a cuyo patrimonio pertenecía el monte en aquella fecha, o incluso sustituyendo al Ayuntamiento en el cumplimiento de obligaciones inherentes a su posición como deudor de determinadas obligaciones de carácter patrimonial, (…).

OCTAVO.- Es luego del todo punto incuestionable que de no existir mutuo acuerdo en virtud del cual se hubiere podido prescindir de las formalidades que la ley establece en garantía del interesado (declaración de utilidad publica o interés social, necesidad de ocupación y previo pago o depósito a tenor del art. 125 de la LEF junto con la necesaria tramitación simultánea e independiente de la pieza separada de justiprecio a tenor del art. 26 ) como previas a la ocupación lícita del bien expropiado, o de fracasar en su finalidad, ha de reiniciarse el expediente expropiatorio por la Administración competente, en este caso la Xunta de Galicia, -que no obstante oponerse a ello en su escrito de contestación a la demanda, señala que la beneficiaria de la expropiación es la sociedad ………... a la cual corresponde en caso de estimación del recurso, la intervención en el expediente expropatorio y en última instancia su pago, si fuere procedente, y caso de ser estimado lo sea en los concretos términos pedidos por la demadante,- a efectos de fijar cantidad correspondiente al justiprecio de los bienes y derechos ocupados por la línea aérea a 20 KV Coto-Mercantil, en el Monte Salgueiras, propiedad de la Comunidad recurrente, toda vez que el plazo para reinicio del expediente mediante la tramitación de la pieza separada de justiprecio de conformidad con la sentencia del TS de 8 de abril de 1995 se cita y parcialmente se transcribe, la acción para reclamar la incoación del correspondiente expediente expropiatorio no prescribe en virtud del principio general de ineficacia de los actos nulos de plenos derecho, ya que en el presente caso nos encontramos de conformidad con la jurisprudencia del alto Tribunal existente en relación con el art. 125 de la LEF, ante una auténtica vía de hecho, determinante de la nulidad radical de los actos de ocupación de los terrenos por imperativo del art. 62, 1, e) de la Ley 30/92 sin perjuicio de que se conserven aquellos actos y trámites cuyo contenido hubiere permanecido igual de no haberse cometido la infracción que se aprecia a tenor de lo dispuesto en el art. 66 de dicho texto legal
 (…)
FALLAMOS
Que debemos estimar y estimamos el presente recurso contencioso-administrativo número 7442/2004 interpuesto por la representación procesal de la COMUNIDAD DE MONTES VECINALES EN MANO COMUN DE …….. (Mos- Pontevedra) contra la desestimación por silencio de la solicitud formulada el 5 de junio de 2003 ante la Consellería de Innovación, Industria e Comercio de la Xunta de Galicia por la que se interesaba la iniciación del expediente individualizado de justiprecio, instrucción y resolución, en relación a los bienes y derechos del monte "Salgueiras" que resultaron afectados por expediente de expropiación para LMT a 20 KV. Coto-Mercantil, en el t.m. de Mos; en consecuencia se anula por no ser conforme a derecho y se acuerde el reinicio del expediente expropiatorio de los bienes y derechos afectados en el monte Salgueiras con motivo de la instalación de la línea aérea a 20 KV Coto-Mercantil promovida en su día por la empresa …… a os efectos de que los mismos sean justipreciados, ordenando a la Administración expropiante (Delegación de Innovación, Industria e Comercio ) para que requiera a la Comunidad de Montes Vecinales en Mano Común de …….. a fin de que formule valoración de bienes y derechos afectados, de la que se le dará traslado a la entidad beneficiaria de la línea eléctrica a los efectos oportunos (…)>>.



Pues bien, esta argumentación de la sentencia del TSJG de 8/4/2003 fue utilizada por la Audiencia Provincial de Pontevedra en un pleito posterior promovido por una Comunidad de montes del Ayuntamiento de Pontecaldelas contra otra empresa eléctrica, respecto de una línea ejecutada hacía más de 20 años, precisamente para estimar la demanda negatoria de servidumbre planteada, al no constar que la línea eléctrica litigiosa constase con la correspondiente declaración de utilidad pública, por lo que no había mediado expediente expropiatorio alguno.

En efecto, por su detallada explicación creo conveniente reproducir en parte la Sentencia de la Sección 1ª de la Audiencia Provincial de Pontevedra de 7 de junio de 2005, en cuanto dispone:

<<Como complemento de estos argumentos el TSJG dicta el 8 de abril de 2003 otra resolución del siguiente tenor en lo que nos interesa: "El motivo no puede ser estimado. Partiendo del hecho probado, que es pacífico en la contienda, de que tras la correspondiente información pública previa (en el BOP de fecha 14-9- 1974 y Faro de Vigo de 2-8-1974), se autorizó administrativamente la instalación de la línea eléctrica litigiosa, se declaró su utilidad pública y se aprobó el proyecto de ejecución con fecha 14-9-1976 (fundamento derecho tercero de la sentencia recurrida), es preciso concluir que la demandada ostenta título jurídico que ampara su derecho.
(…)
Retomando el hilo conductor del análisis que veníamos haciendo estimamos que efectivamente la instalación de la línea eléctrica tuvo lugar hace más de 20 años con el consentimiento de los vecinos demandantes, lo que sin la más mínima oposición ni siquiera en el período de Exposición pública ( Art. 9 del Decreto 2617/66), formuló objeción a la misma hasta la presentación del acto de conciliación previo a la interposición de la demanda. En tal sentido como dice la empresa demandada "desde una interpretación razonable y lógica de los hechos ocurridos, no cabe más que entender que los titulares de los terrenos sobre los que discurre la línea de Media Tensión procedieron a la constitución voluntaria de una servidumbre de paso de energía eléctrica a favor de la causante en la titularidad de mis representada, bien a cambio de una cantidad de dinero"( ¿) "bien a cambio de la realización de obras, instalaciones y servicios a favor del propietario". En cuanto a esto último nada está probado, pero sí están aceptando la existencia de una constitución voluntaria de la servidumbre.

Ahora bien, cuando el Art. 3.2 de la Ley de Montes Vecinales establece que podrán únicamente imponerse servidumbres por causa de utilidad pública e interés social está descartando toda otra posibilidad, incluso aquélla otra que permitiera entender que los comuneros "disponen" del monte contra la voluntad de la ley, pues como declara la STSJG de 9 de Junio de 1998 a propósito de una pretendida adquisición de la servidumbre por prescripción que "Es suficiente con reparar prima facie en la regulación gallega de los montes vecinales en mano común (Ley 13/1989, de 10 de octubre, LMVMC) para advertir sin especial esfuerzo la imposibilidad de gravarlos con servidumbres adquiridas por prescripción: son bienes imprescriptibles artículo 2) y sólo podrán imponérseles servidumbres por causa de utilidad pública o interés social prevalentes a los de los propios montes vecinales artículo 6.1). Aún, si cabe, más: los montes vecinales en mano común son res extra commercium SSTSJG de 13 de junio y 17 de diciembre de 1996 y de 8 de mayo de 1998) y, por lo tanto, no son cosas susceptibles de prescripción artículos 1930, párrafo primero, y 1936 del Código civil, CC); la imprescriptibilidad impide, pues, no sólo la pérdida a favor de cualquier persona de la titularidad dominical comunitaria del monte vecinal -en todo o en parte-, sino también la pérdida de sus facultades jurídicas, de manera que sobre el mismo tampoco pueden adquirirse por prescripción derechos reales de goce como el de servidumbre". Lo que en el fondo subyace a esta afirmación es que los montes vecinales cuentan con una legislación protectora que escapa a la libérrima facultad de decisión de cualquier otro titular dominical sobre una propiedad no especial porque como dice el Legislador gallego de 1989 en la Exposición de motivos "En este reconocimiento no se pueden olvidar los preceptos constitucionales referentes a la función social de la propiedad para que tales bienes cumplan las necesidades de la Comunidad propietaria, así como con el interés general de la sociedad y, en consecuencia, llevar a cabo un mejor aprovechamiento de los recursos."

Que no ha habido expropiación ni declaración de utilidad pública, es algo no discutido en la litis, y así quedó fallado en la instancia por la aplicación en el trámite administrativo del Decreto 2617/1966 lo cual imposibilita la consideración de la existencia de la servidumbre pretendida por esta vía. Veamos a continuación la posibilidad de ocupación temporal.

Aún cuando pudiera deducirse que la Comunidad demandante hubiera admitido durante todos estos años la existencia de la línea en el monte de litis y que de ello pudiera deducirse el consentimiento a su existencia, como así se hizo en aquéllas otras resoluciones comentadas pero que iban unidas a la consecución de un procedimiento expropiatorio que no tuvo lugar en nuestro caso, lo que la Sala mantiene es que esa prestación del consentimiento no es válida en cuanto se deduce de los "facta concludentia", que puede ser suficiente cuando de otro tipo de propiedades se trata ( no especiales), pero no suple el trámite de "audiencia" que imponía el Art. 3 de la Ley de 1980 para el establecimiento de servidumbres; en segundo lugar, los vecinos no pueden "comerciar" con el monte de que son titulares más que en la forma y con las garantías que la propia ley establece porque es sabido que son inalienables y que sólo podrán ser objeto de cesión temporal para servicios si redundan en interés de los vecinos ( Art. 3.1 de la LMVMC 1980) una vez seguido el cauce correspondiente para la formación de la voluntad común; en tercer lugar, la especial naturaleza de los montes vecinales en mano común les libera de otras servidumbres que no sean aquéllas declaradas de utilidad pública y en el caso, habiéndose seguido en la solicitud de autorización de la línea eléctrica el Decreto 2617/66 que no preveía su declaración de utilidad pública ni la expropiación, en su caso, no podemos entender como hacía la STSJG antes comentada de 8 de abril de 2003 que en este supuesto concurra un título válido para la existencia de la servidumbre. Sólo la utilidad pública, así declarada, es la que constituye o forma parte del título habilitante para la constitución de la servidumbre, en otro caso prevalece el interés superior del monte por imperativo de la ley especial que está llamado a protegerlo.

Pero aún más, el Art. 3 de la LMVMC de 1980 no tuvo desarrollo reglamentario, motivo por el cual se debe considerar vigente el de la Ley anterior en cuanto no lo contradiga, es decir, el Decreto 569/1970, de 26 de febrero, por el que se aprueba el Reglamento de montes vecinales en mano común a la Ley de 1968 anterior. En esta disposición se establecía en el Art. 39 : "Para la cesión definitiva, total o parcial, o con carácter temporal, ya sea gratuita o retributiva, se requerirán necesariamente:

a) Consentimiento del ente comunitario que tenga la titularidad del monte, expresado por el acuerdo de los tercios de los vecinos comuneros que lo constituyan, debiendo este acuerdo constar en acta.
b) Informe del Ayuntamiento a que esté vinculado el monte.
c) Informe favorable de la Administración forestal.
d) Formalización de la cesión mediante escritura pública otorgada al efecto." A su vez en relación particular de las servidumbres preveía en el Art. 45 "En los montes vecinales en mano común podrán ser impuestas servidumbres por causa de utilidad pública o de interés social prevalente. Para ello se requerirá la instrucción de expediente sobre el establecimiento de la servidumbre iniciado con una Memoria razonando la utilidad pública de la misma o el interés social prevalente de su establecimiento, en la que se determine la extensión que haya de tener, con debida especificación de daños y perjuicios que haya de ocasionar, a efectos de valorar la indemnización a satisfacer por tal motivo a la comunidad a la comunidad o comunidades titulares del monte o los montes vecinales en mano común de que se trate, detallando asimismo las condiciones y particularidades de la servidumbre que se trate de establecer. Estos expedientes podrán ser instruidos por razón de obras o servicios públicos y como consecuencia de concesiones administrativas de aguas, minas, paso de corriente eléctrica o de cualquier otra clase." Admitiéndose únicamente la constitución de la servidumbre por un plazo máximo de 30 años y el establecimiento de un canon a favor de los vecinos ( Art. 49). En el mismo sentido se orienta el Reglamento de la Ley gallega de 4 de septiembre de 1992, que fija el mismo lapso temporal que completa en el Art. 8 con una serie de garantías, haciendo intervenir al a Administración de la CCAA. en la tramitación del expediente.

Pues bien, lo que acabamos de exponer nos reafirma en la misma conclusión, es decir, que si bien no puede dudarse de que la Comunidad Vecinal demandante "ha consentido" durante dos décadas la instalación eléctrica de media tensión a través del monte de su titularidad, ese consentimiento no es suficiente para que podamos entenderlo como título hábil para la existencia del gravamen, sea servidumbre, sea ocupación temporal ya que no fue prestado rodeado de las garantías que la legislación entonces vigente, y también la actual establecían para la constitución de un gravamen, habida cuenta de la especial naturaleza del bien sobre el que recae, el Monte Vecinal en Mano Común.

En definitiva, que la demanda puede ser estimada porque la parte demandada (…), titular de una autorización administrativa para la instalación de un tendido eléctrico que afecta al monte propiedad de la comunidad demandada, no ostenta título jurídico para la existencia del gravamen que no fue declarado de utilidad pública ni fue establecido como cesión temporal de un servicio en interés de los vecinos conforme a la Ley y el Reglamento vigentes a la fecha de su establecimiento. La anterior afirmación conlleva la estimación de la demanda y, consiguientemente del Recurso en este punto.


            En consecuencia, de esta sentencia debemos extraer igualmente una clara conclusión: si la línea eléctrica litigiosa no cuenta con Declaración de Utilidad Pública y, por ende, no se tramitó expediente expropiatorio, su constitución sólo puede ser legítima si se ha tramitado el correspondiente expediente de ocupación  o cesión, con cumplimiento de la legislación de montes vigente al tiempo de su ejecución, sin que el consentimiento tácito o falta de oposición de los vecinos integrantes del monte gravado con la servidumbre pueda servir como título habilitante de toda pretendida servidumbre por la empresa eléctrica correspondiente.

            En definitiva, como vemos, él éxito de este tipo de demandas negatorias de servidumbres de paso de energía eléctrica, dependerá de los concretos trámites que la empresa eléctrica demandada haya realizado al tiempo de la ejecución de la línea eléctrica respectiva.

            Vigo, 24 de Noviembre de 2013

domingo, 17 de noviembre de 2013

DEMANDAS MÁS FRECUENTES QUE PROMUEVEN LAS COMUNIDADES DE MONTES ANTE LOS TRIBUNALES DEL ORDEN JURISDICCIONAL CIVIL (PRIMERA PARTE)



I.- INTRODUCCION

A lo largo de mis casi 17 años de experiencia profesional se me ha encomendado la llevanza de distintos procedimientos judiciales –del Orden Civil- relativos a comunidades de montes. En los primeros años de mi andadura profesional estos procedimientos se centraron prácticamente en litigios relativos a deslindes entre montes vecinales en mano común y reivindicatorias de y contra particulares ocupantes de monte vecinal.

A partir del año 2005, tras la presentación de la demanda reivindicatoria de determinadas parcelas del monte Madroa (Teis) –entre ellas, la ocupada por el Zoo de Vigo-, comienzo ya a promover reclamaciones de la titularidad vecinal de porciones de montes ocupadas con instalaciones públicas (dos demandas en relación al Aeropuerto de Peinador –Mos y Vigo- en los años 2007 y 2008). A partir del año 2009, tras la sentencia estimatoria de la demanda relativa a las parcelas del monte Madroa (Teis) y de la sentencia estimatoria de la demanda relativa a la parcela del monte Cotogrande (Cabral) ocupada por el Aeropuerto de Peinador, los encargos para presentar este tipo de demandas por parte de Comunidades de montes se intensifican (las más sobresalientes, por su impacto social, fueron las tres demandas presentadas en relación al Cuartel de la Brilat –Vilaboa y Pontevedra-).

Con la entrada en vigor de la Ley 7/2012, de 28 de junio, de Montes de Galicia, que establece una faja de 5 metros de gestión de la biomasa en relación a las líneas eléctricas, con la correspondiente necesidad de corta de madera en esa faja, a mayores de la zona ya afectada por la propia servidumbre de paso de energía eléctrica, se intensifican las peticiones de las comunidades de montes para presentar demandas negatorias de servidumbre de paso de energía eléctrica, en relación a las distintas líneas construidas con anterioridad a la clasificación de los respectivos montes vecinales.

A parte de este tipo de procedimientos, he llevado otros de diversa índole, como los relativos a los requisitos para ostentar la condición de comunero, los derivados de situaciones de doble Junta Rectora, así como algunos relativos a los montes de varas (característicos de la provincia de Lugo).

Veamos pues una breve descripción de las primeras demandas antes relacionadas, dejando para un artículo posterior las siguientes, a fin de no resultar excesivamente prolija en la redacción del presente.


II.- DEMANDAS RELATIVAS A LAS COMUNIDADES DE MONTES

1ª.- Demandas sobre deslindes de montes vecinales en mano común:

Este tipo de demandas tienen un doble origen. Por un lado, la creación en cada una de las cuatro provincias gallegas del Jurado de montes Vecinales en Mano Común, por medio de la  Ley 52/1968, de 27 de julio, al que se atribuye la “competencia para conocer de las cuestiones que se promuevan sobre la clasificación de los montes de tal carácter”, que generó la necesidad de proceder a la clasificación de la totalidad de los montes vecinales en mano común  a partir de la entrada en vigor de dicha Ley.

Para ello fue necesaria la previa confección de unos expedientes de investigación de cada uno de los montes vecinales gallegos (que todos conocemos con el nombre de “carpeta-ficha”), encomendándose tan ingente labor a una única empresa (conocida como “INASTE”), que procedió a confeccionar las citadas carpetas-fichas prácticamente "en serie" y como un trabajo de puro gabinete, sin reconocimiento del monte sobre el terreno y sin apoyo cartográfico alguno.

De sobra es conocida -por los distintos profesionales (abogados y peritos) que nos dedicamos al mundo de los montes vecinales-, la falta de rigor técnico de tales carpetas-fichas y de los croquis que adjuntan (escasa 1:25.000), que provocó la existencia de graves discordancias entre la delimitación del monte vecinal descrito y grafiado en la carpeta-ficha respectiva y la delimitación perimetral REAL del mismo, discordancias que generaron y generan numerosos conflictos entre Comunidades por los límites de sus montes vecinales. La propia Jurisprudencia en relación a las citadas carpetas-fichas refiere “que si se analizan con rigor, son documentos uniformados, sin criterios profundos, ni análisis de la realidad espacial, ni mucho menos histórica, que son los que dan clave del problema de los montes vecinales”.

Aunque resulte sorprendente, muchas comunidades de montes vecinales no son conscientes ni siquiera a día de hoy del error de delimitación existente en la carpeta-ficha que sirvió de base para la clasificación de su monte vecinal, sino que tal conciencia la toman cuando surge la oportunidad de obtener un rendimiento económico mediante la cesión de parte del monte para su explotación por un tercero (por ejemplo para la constitución de un parque eólico), o bien como consecuencia de un proceso expropiatorio para la construcción de una instalación de carácter público.

Por otro lado, y en clara ligazón con el anterior, el origen de los conflictos de límites entre montes vecinales se encuentra en los deslindes de términos municipales vigentes, que se practicaron inmediatamente antes, durante y poco después de la Guerra Civil española (1936), los que, en un gran número de casos, se apartaron de las demarcaciones parroquiales tradicionales, creando un itinerario divisorio municipal totalmente ex novo, que provocó que muchas parroquias quedasen repartidas entre dos términos municipales distintos.

Este fue el caso de una parroquia del término municipal de Covelo, cuya defensa judicial me fue encomendada, pues gran parte de su territorio había quedado incluido en el término municipal de Mondariz, lo que motivó que una vasta extensión de su monte vecinal en mano común fuese clasificada a favor de los vecinos de una parroquia del citado municipio de Mondariz, grave error  que fue solventado, en lo que se refiere al límite municipal, gracias a la modificación del deslinde municipal que aprobó –nada menos que a finales del siglo XX- el Instituto Geográfico Nacional, haciendo coincidir el límite municipal con el límite parroquial tradicional. Por su parte el error de la clasificación se tuvo que corregir a través de la presentación de la correspondiente demanda de deslinde y reivindicatoria ante el Juzgado de Primera instancia de Ponteareas, que fue estimada en segunda instancia y confirmada en grado de casación por la sentencia del TSJG de 21 de febrero de 2002.

Para la presentación de este tipo de demandas es fundamental la previa búsqueda de documentación histórica en los distintos archivos públicos, relativa a la demarcación tradicional de la parroquia que ha venido aprovechando desde tiempo inmemorial el monte vecinal erróneamente clasificado, así como la posterior confección de un dictamen pericial que identifique sobre la realidad y cartografía oficial los elementos físicos (en su mayoría cruces gravadas en roca nativa) o parajes (cotos más altos) que la documentación histórica menciona como divisorios de la demarcación parroquial tradicional.


2ª.- Demandas reivindicatorias de y contra particulares ocupantes de monte vecinal.

El origen de la mayoría de las ocupaciones de monte vecinal por particulares se remonta al período anterior a su clasificación por el Jurado de montes, cuando los montes vecinales se hallaban gestionados por el respectivo Ayuntamiento.

La casuística de la procedencia de tales ocupaciones es muy diversa:

Cesión de una porción de monte vecinal en régimen de arrendamiento por el respectivo Ayuntamiento, que entonces lo tutelaba, para su aprovechamiento agrícola. En muchos casos, estos arrendamientos agrícolas derivaron en el cerramiento de una gran parcela de monte vecinal (bastante superior a la en su día arrendada) por parte del particular arrendatario, incluso en la construcción por el mismo de construcciones diversas –galpones e incluso su propia vivienda-, que al fallecer deja en herencia a sus descendientes, no como un derecho de arrendamiento, sino como una pretendida propiedad particular.

Aún cuando pueda parecer inverosímil, muchas de las actuales viviendas construidas en monte vecinal tienen su origen en arrendamientos concedidos a las personas más pobres de la parroquia respectiva, para que contasen con un complemento de su precaria economía doméstica y que, con el tiempo y por la propia codicia de los ocupantes, van agrandado el terreno inicialmente concedido, llegando a apropiarse de grandes superficies de monte vecinal que, en la actualidad, por razón de la inevitable extensión del núcleo poblacional de la parroquia gallega, cuentan con un gran valor económico.

Pues bien, muchos de estos arrendamientos se conservan en los archivos municipales de los respectivos Ayuntamientos que los otorgaron en su día, de tal forma que su localización y posterior aportación en el correspondiente procedimiento judicial sobre la titularidad del terreno, es fundamental para el éxito de la defensa de la integridad del monte vecinal.


Repartos entre los vecinos de la parroquia del monte vecinal en los llamados “quiñones”, “suertes” o “tenzas”, con anterioridad a su clasificación por el Jurado, para su aprovechamiento agrícola individualizado, dada la precaria economía doméstica que padecen los vecinos a finales del S.XIX y principios del XX.

En efecto, en ese período histórico tiene lugar en numerosos montes vecinales gallegos el fenómeno de los repartos de los mismos entre los propios vecinos, muchas veces propiciado como una forma de combatir el fuerte intervencionismo administrativo que comienzan a padecer por parte de los Ayuntamientos, que en el primer cuarto del Siglo pasado proceden a consorciar la gran mayoría de los montes vecinales con las Diputaciones Provinciales y el Patrimonio Forestal del Estado (PFE), iniciando las masivas repoblaciones forestales con las que se acabará tratando de eliminar los aprovechamientos tradicionales de los vecinos (pastoreo, recogida de leñas, roza de matorral -“toxo”- para hacer esquilmes –esto es, la cama de los animales, con la que producían el necesario estiércol para el abono de sus campos-, etc). Así pues, los vecinos proceden a partir grandes extensiones de su monte vecinal en tiras de terreno perfectamente delimitadas (los llamados “quiñones”, “suertes” o “tenzas”), para reservarlas para su aprovechamiento individualizado, con la clara intención de excluirlas de las repoblaciones masivas del antes citado PFE. La mayoría de estos repartos se documentaron por escrito, relacionando y describiendo con detalle los quiñones que se adjudicaban a cada familia.

Pues bien, cuando se produce la devolución de los montes vecinales a sus legítimos propietarios tras la Compilación Gallega de 1963 y la Ley de Montes vecinales de 1968, mediante su clasificación por los Jurados de montes provinciales, muchos vecinos se resistieron a abandonar voluntariamente los “trozos” de montes que les habían sido adjudicados a principios del siglo pasado, llegando incluso a inscribirlos a su nombre en el registro de la propiedad.

Ahora bien, la conservación de los documentos relativos a los repartos o los testimonios de los mayores de la parroquia que recuerdan la forma en que se hicieron tales repartos, nos permite acreditar el origen vecinal del terreno ocupado y, por ende, defender una vez más ante los tribunales la integridad del monte vecinal en mano común.


Roturaciones ilegítimas de porciones de monte vecinal por particulares con anterioridad a su clasificación por el Jurado y aún cuando, en algunos casos motivaron la tramitación de expedientes sancionadores por la Administración Forestal (antiguo ICONA), los particulares consiguieron mantenerse en la ocupación, procediendo a escriturarlas e inscribirlas a su nombre en el registro de la propiedad.

Este es el origen más frecuente de las actuales ocupaciones de montes vecinales, siendo múltiples las demandas presentadas por y contra comunidades de montes a las que he defendido ante los Tribunales en relación a este tipo de apropiaciones ilegítimas de monte común.

Ahora bien, el patrón que sigue el ocupante a la hora de dotar de apariencia de propiedad privada a lo que no es más que una usurpación de monte vecinal es siempre el mismo, que no es otro que “prefabricar” un supuesto título de dominio.

En la actualidad, dadas las exigencias más rigurosas para la inmatriculación de un terreno en el registro de la propiedad (exigencia de doble título de dominio y certificación descriptiva y gráfica del catastro a nombre del transmitente), resulta bastante difícil crear un documento ad hoc para la inscripción registral de un trozo de monte vecinal como finca particular. Pero hasta hace pocos años tal menester resultaba muy fácil. La forma más barata consistía en otorgar una escritura de aportación a la sociedad de gananciales bien del marido a favor de la mujer, o viceversa, que a su vez se decía dueño por herencia de sus padres fallecidos. Transcurrido un año se inscribía sin más en el registro de la propiedad (hoy esta forma de inscripción no está vigor, pues se exige la acreditación del título de propiedad del transmitente, mientras que antes sólo hacía falta su mera manifestación y dejar trascurrir un año).

Otro método muy utilizado de prefabricación de título era la llamada “retroventa”. Dos familiares (el ocupante y su suegro, yerno, cuñado, etc) otorgaban una escritura por virtud de la cual el primero vendía al segundo una supuesta finca –que no era más que un trozo de monte-, reservándose el vendedor la facultada de recomprarlo en el plazo de una año, facultad que se ejercía mediante el otorgamiento de una segunda escritura de retroventa y el primer transmitente ya procedía a la inscripción registral.

Pues bien, tales métodos llegaron a ser tan frecuentes que hoy en día se consideran como indicios claros de una posible “prefabricación” de título dominical para encubrir una usurpación de monte vecinal.

El caso más sorprendente de prefabricación de título que he tenido que atacar ante los Tribunales, fue el relativo a una demanda reivindicatoria presentada por una comunidad de montes del municipio de Mos ante el Juzgado de primera instancia de Porriño, respecto de diversas porciones de monte vecinal ocupadas por distintos particulares aparentemente no relacionados entre sí, cuyos títulos constataban una transmisión encadenada entre los causantes de los actuales ocupantes. En efecto, del estudio de las escrituras aportadas por los demandados con sus respectivos escritos de contestación a la demanda, se evidenció que los padres de los tres demandados (sin parentesco entre ellos) otorgaron entre sí tres documentos privados de compraventa, que, curiosamente, se liquidan los tres en el mismo día, el 28-09-1.949, y por virtud de los cuales se transmitían entre sí los terrenos reivindicados; para un mes después acudir los tres padres de los demandados, al mismo notario, en el mismo día 7-11-1949, para otorgar tres escrituras públicas por las que se transmiten nuevamente entre sí los terrenos litigiosos.

En este sentido, la sentencia del TSJG de 11/11/2009 que puso fin al procedimiento reivindicatorio a favor de la Comunidad de montes demandante, fue contundente al apreciar la prefabricación del título de los demandados al disponer:

<<2ª. El análisis (sumamente minucioso y exhaustivo) de los documentos de propiedad aportados por los demandados conduce al órgano de apelación a considerarlos como títulos "creados ad hoc para dar amparo a lo que no sería sino la ocupación de parcelas ubicadas dentro del contorno perimetral del monte vecinal. Llama al respecto la atención acerca del acceso de todas las fincas litigiosas al Registro de la Propiedad junto a la circunstancia de que "algunas de ellas en corto espacio de tiempo han efectuado un largo recorrido transmisivo, incluso en una suerte de operaciones triangulares con sucesivas traslaciones dominicales en plazo de pocos días", lo que abundaría en la idea de "negocios simulados para... dar cobertura, amparo y sustento jurídico a lo que no serían sino simples ocupaciones del terreno perteneciente a la comunidad actora". Insiste la Audiencia en lo "significativo" de que heredades lindantes entre sí sean objeto de sucesivas enajenaciones que "por la proximidad de las fechas e intervención de los mismos sujetos, han de considerarse harto sospechosas", y así, v.gr., "la finca nºNUM008 -que se corresponde con las parcelas de la expropiaciónNUM005 yNUM006 - fue transmitida por don Severino a don Eusebio el día 24 de septiembre de 1949 para, antes de dos meses, el 7 de noviembre siguiente, ser nuevamente transmitida a donElias ...", el cual, por lo que hace a la finca registralNUM009 -parcelasNUM003 yNUM004 de la expropiación- "la vendió a don Severino el 19 de septiembre de 1949 y éste, a su vez, a don Eusebio y doña Florinda el 7 de noviembre"; y don Severino "adquirió su supuesta propiedad -parcelaNUM002 - de donElias el 7 de noviembre de 1949, quien se la habría comprado a doña Ramona el anterior 14 de septiembre... Ello por no mencionar el llamativo caso de la finca "DIRECCION000 " (registralmente nºNUM010 , parcelaNUM000 ), objeto de sucesivas ventas y compras en las que interviene la misma persona".>>

En cuanto a la justificación o acreditación de que un determinado terreno forma parte integrante e inseparable de un monte vecinal en mano común y, por ende, que goza de las notas consustanciales a éste, como su inalienablidad e imprescriptibilidad, ya he comentado en uno de mis primeros artículos que la Jurisprudencia dio un giro de 180 grados en la reivindicación de los montes vecinales, cuando eleva a la categoría de presunción iuris tantum la situación de enclavamiento del terreno litigioso dentro del monte vecinal, considerando que si tal terreno se halla rodeado por todos sus vientos de monte vecinal, aunque éste no se halle deslindado, se ha de presumir que el terreno litigioso es monte vecinal y será la parte que niegue tal condición la que deba probar, con una prueba clara y contundente de contrario que, que tal terreno es una propiedad particular.

En este sentido la STSJG de 4-11-2004 -RJ 2005/5253- (y las posteriores SSTSJG de 17-03-2005 y 11-11-2009), son contundentes al disponer:

<<… el hecho de que los límites del monte comunal no sean precisos, no es obstáculo para que prospere la acción reivindicatoria, ni altera en lo esencial el art. 348 del Código Civil sobre la necesidad de identificación y titulación para que prospere aquélla, dadas las características de bien "extra commertium" de los montes vecinales en mano común, cuando el terreno objeto de reivindicación está rodeado por aquél o, incluso, cuando alguno de sus linderos no lo esté pero limite con otros bienes de igual naturaleza.
Porque en muchos casos carecieron y aún hoy carecen de una delimitación precisa se les viene otorgando una especial protección ante terceros colindantes e incluso frente a la propia codicia de alguno de sus propietarios comuneros, de forma que quien quiera alegar la propiedad individual ante un monte en mano común clasificado, debe probarla sobradamente>>.



Pues bien, una vez que hemos acreditado que el terreno litigioso forma parte integrante de una monte vecinal, la ilegitimidad de su ocupación por el particular deriva de las notas innatas a todo monte vecinal, al ser inalienable (lo que conlleva la nulidad de toda enajenación que se realice sobre el mismo, sin que pueda ser convalidado por la inscripción registral, no siéndole oponible la figura del tercero hipotecario del artículo 34 de la LH) e imprescriptible (lo que conlleva que su dominio no puede ser adquirido por el particular por su posesión durante más de treinta años).

 En definitiva, la propia documentación con la que los ocupantes pretenden justificar su dominio particular sobre una porción de monte vecinal, la situación de ésta dentro de los límites del monte y las notas innatas o consustanciales a todo monte vecinal, nos permiten justificar el origen vecinal del terreno ocupado y, por ende, defender una vez más ante los tribunales la integridad del monte vecinal en mano común.


Vigo, 17 de Noviembre de 2013