Con mi padre en el paseo de la Corredera de Tui el día 30 de diciembre de 2018
Queridos Lectores:
Como sabéis, este Blog lo cree hace más de 5 años ante la necesidad de ocupar mi tiempo libre o de ocio en una tarea distinta a la de mi propio trabajo como abogada. Pero hoy no os voy a escribir sobre ninguna cuestión relacionada con los montes vecinales en mano común, lo hago para comunicaros mi decisión temporal, que no definitiva, de dedicar ese, cada vez más escaso, tiempo libre que me deja el ejercicio de mi profesión de abogada -pues, por suerte, actualmente son muchas las Comunidades de montes y comuneros que depositáis vuestra confianza en el Despacho Bugarin&Gago Abogados- exclusivamente a intentar superar el desgarrador sentimiento de pena y desarraigo que me sobrecoge tras el repentino fallecimiento de mi padre, Don Antonio Bugarín Ribeiro.
Don Antonio Bugarín Ribeiro, con sus luces y sus sombras, era un "Hombre Bueno". Gran conversador, con una dialéctica fina, ingeniosa y, cómo no, cuando la ocasión lo requería, con ciertas pinceladas de ironía. Todos quienes lo conocían lo recordarán con su permanente sonrisa paseando por Tui -donde nació y vivió hasta su muerte-, parándose hablar con todo aquél con quien se cruzaba. La fotografía que encabeza este post nos la hizo mi hermano pequeño Chico (el fotógrafo oficial de la familia) el pasado domingo 30 de diciembre de 2018, cuando ambos estábamos paseando en La Corredera de Tui y él luciendo su flamante abrigo de "Roberto Verino" que le regalamos sus hijos por Navidad, con el que se encontraba de lo más elegante, pues, mi padre, también era un hombre muy presumido en cuanto a su vestimenta.
Pero, sobretodo, Don Antonio Bugarín Ribeiro fue el cabeza de una gran familia, el puerto o faro al que siempre arribábamos sus 10 hijos (Rosendo, Pablo, Clara, Puri, Flori, Isa, Toni, yo, Dami y Chico). Nos adoraba, al igual que a sus 11 nietos (Paula, Helena, Beatriz, Ana, Carmen, David, Raquel, Telmo, Alejandro, Adriana e Iria) y, cómo no, a su única bisnieta Alma con la que tanto disfrutó estas últimas Navidades.
A mí, le gustaba llamarme su "Consilieri" (era todo un apasionado del cine y la película "El Padrino" le había encantado), su asesora y abogada personal, de lo que yo me sentía y me siento muy orgullosa.
Siempre se dice que no sabemos apreciar lo que tenemos hasta que lo perdemos. En mi caso no es así. Yo he tenido la suerte de disfrutar -y apreciar- de la compañía y amor de mi padre hasta su fallecimiento, al igual que todos mis hermanos.
Cuando me haya repuesto de la muerte de mi padre, una vez recupere el ánimo y recargue mis pilas, volveré a escribiros sobre esta materia que me apasiona y que tantas alegrías me ha dado a lo largo de mis 22 años de ejercicio de la abogacía: los Montes Vecinales en Mano Común.
Por eso, esto no es un adiós, sino un ¡¡hasta pronto¡¡.
Vigo, 10 de marzo de 2019
Cristina, lo siento en el alma. Mucho ánimo, un beso muy fuerte!
ResponderEliminarCristina, pienso que te quedas corta en el elogio a tu padre, quizás por pudor. Qué gran persona mi amigo Antonio. Era la alegría, la simpatía y el buen humor personificados. Siempre con una sonrisa y una palabra amable para todo el mundo. Todo Tuy lo adoraba, puedes estar segura de ello, y la noticia de su fallecimiento nos afectó mucho a todos. Se fue al encuentro del amor de toda su vida, Clarita ya lo tiene con ella. Descanse en paz
ResponderEliminarMuchas gracias
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